Acéptate como eres
Quiero hablarte de ti, sí, de lo hermosa que te ves cuando
sonríes y te sientes segura de la mujer que eres. Y
es que le has dado tanta importancia a la apariencia física, que te ha
costado establecer relaciones con otras personas. Te has planteado tantas
metas, te has preparado para alcanzarlas, pero cuando llega el momento de
conquistarlas, comienzas a dudar de tus capacidades, de tus cualidades y
potenciales.
Has estado yendo detrás de los “patrones de belleza” que han
establecido los medios de comunicación y las redes sociales, pero te has dado
cuenta de que perdiste parte de tu esencia para convertirte en una persona desconocida.
Constantemente escuchas que la manera más efectiva para agradarles a los demás
es tener un “cuerpo fitness”, ropas de marcas, un buen maquillaje, un teléfono
de último modelo y una cuenta en Instagram con miles de seguidores y likes. Te
has mentalizado que todas estas exigencias son necesarias cumplirlas, al pie de
la letra, para poder ser aceptada por lo demás y para sentirte realizada como
mujer.
De manera reiterada, tus allegados te recuerdan cada una de
tus debilidades, como si no bastara con tú saberlas y luchar cada día con
ellas. Muchas veces te entristecen y te desaniman estos comentarios, no es para
menos, esperas apoyo y comprensión de ellos. Sientes ganas de rendirte, de no
seguir intentándolo, pero hay una fuerza en tu corazón que te empuja a seguir
adelante, que te dice que sí puedes, que eres única. Y es cierto, ¡eres completamente
única! Dios te creó con un plan auténtico así tal cual como eres.
No te compares con los demás. Ese tiempo que gastas
comparándote con los demás inviértelo para mejorar tus cualidades y trabajar en
tus debilidades. Hazlo poco a poco, sin forzar nada ni impacientarte, porque lo
irás logrando. No tengas temor de mostrarte como eres, es mejor agradarle a
Dios antes que a los hombres.
No importa cuáles son tus medidas, cuál es tu estatura,
cuánto tiempo te tomas para alcanzar tus metas, son solo números. Marca la
diferencia en un mundo lleno de vanidades y superficialidades. ¿La mayoría
muestra su exterior? Entonces sé tú quien muestre la belleza interior. ¡Ponla
de moda! Fuiste creada con un propósito tan maravilloso que, si supieras cuál
es, no te enfrascaras tanto en tus debilidades o en los comentarios negativos
de los demás. Y ¿Cómo puedes saber cuál es el propósito por el cual fuiste
creada? Pues, la respuesta es muy sencilla: a través de una comunicación
efectiva con Dios.
Sean muchas o pocas las cualidades que tengas, siempre te
van a señalar y juzgar. ¿Por qué? Simplemente porque solo conocen tu exterior,
pero no tu lado interior. Así que ámate, valórate y acéptate como eres, porque
naciste para ¡TRIUNFAR!
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